Este año hemos vuelto a tirar de imaginación y creatividad para preparar el campamento. El tema elegido ha sido «Los Juegos del Hambre», la saga que narra las aventuras de Katniss Everdeen y Peeta Mellark en un país imaginario llamado Panem, donde se enfrentan junto con otros amigos a un sistema tirano y opresor. Es un tema complejo, pero ¡cuánto jugo podíamos sacarle! El tema principal que aparece es la competición, pero entendida como nos gusta a nosotros. Esto es, rodeada de de valores humano-cristianos que hacen de ella un juego. Y es que, a lo largo de la historia aparecen miles de estos valores que trabajamos a lo largo de todo el año antorchero, tales como la amistad, la solidaridad, la unión, la alianza, la familia, el amor o el trabajo en equipo.Valores que se mostraban de forma tan clara, que pensamos en el magnífico campamento que podría resultar. Y no nos equivocamos, ahora explicaremos por qué. Lo primero en lo que pensamos es que necesitábamos un sitio nuevo, en el que no hubiéramos estado nunca, donde pudiéramos estar prácticamente solos y que nos permitiera tratar el tema de la competición con todo tipo de juegos y actividades. Y encontramos las instalaciones de Cerro Negrillo en Constantina, situadas en una antigua base militar, en pleno bosque, a lo alto de una montaña. ¡El sitio nos pareció perfecto!
Ya teníamos tema y sitio. A partir de aquí, la «comisión de campamento» empezamos a prepararlo todo con muchísima ilusión, a la que se sumaron el resto de monitores cuando compartimos con ellos las ideas para este año. Dividimos a los niños, como siempre, por grupos de mezcla, que en esta ocasión y basándonos en Los Juegos del Hambre, se denominaban «distritos», desde el 1 hasta el 6, los cuales formaban el país Panem. Cada distrito tenía una habilidad concreta y estaba compuesto por niños y niñas de todas las edades, a los que denominamos «tributos». Desde el principio se informó a los niños de que venían a competir en Los Juegos del Hambre, que su distrito era su familia y que todo, absolutamente todo puntuaba, para bien o para mal. Es decir, que podían conseguirse puntos ganando las distintas actividades que se proponían, siendo los mejores en los deportes y consiguiendo los objetivos de los juegos que se hicieran. Pero también se ganaban puntos ayudando a los demás, también conseguiría puntos el distrito en el que participarán todos sus componentes, desde los mas chicos hasta los mayores; daba puntos ser el mas ordenado, y también una buena actitud a lo largo de todo el día.
Lo maravilloso de todo esto, es que desde el primer día nuestros niños entendieron a la perfección la dinámica del campamento. Ha sido increíble ver, como desde el inicio los distritos se han convertido, tal como pretendíamos, en familias, donde los peques lo daban todo y los grandes los animaban, apoyaban y los tenían en cuenta en cada actividad. El ambiente generalizado ha sido de compañerismo, colaboración, escucha, ayuda, lo que ha permitido que hayamos pasado unos días súper divertidos. Yo me quedo con una idea: alianza, unión. Una semana en la que avivas tu fe en Dios y en el mundo. Una semana en la que creces como persona. Una semana que termina, y ya estás esperando a la del año que viene. Una semana mágica.